Floreciendo del árido terreno del desierto californiano, el Joshua Tree Residence del estudio del artista James Whitaker lleva a la arquitectura de contenedores a un nuevo nivel.
“Hacer real lo irreal, porque lo irreal no es lo imposible”. Tal como demuestra Whitaker con sus visualizaciones digitales, dar forma a lo irreal es hacer visible la emoción de lo que aún no ha sucedido. Cuando el arquitecto James Whitaker proclama esto, no lo hace en vano. Habla literalmente. Aun así, pese a la realidad que estas imágenes sugieren, esta casa aún no existe. Comenzará a construirse el año próximo en un terreno próximo al desierto y parque natural de Joshua Tree, en California, y será la residencia de vacaciones de un productor cinematográfico y su esposa.
Es la formación como fotógrafo y artista digital lo que ha permitido a Whitaker construir virtualmente, pero con apabullante realismo, este proyecto. Un edificio que deriva de otro concebido originalmente en 2010 para una pequeña empresa alemana, y que quedó finalmente truncado por problemas económicos del cliente.
“La fotografía era de una oficina que diseñé hace años pero nunca fue construida. Entonces sucedió que la siguiente vez que el cliente estuvo en Londres me contactó y agendamos una cita.”, recuerda.
El concepto se rediseñó para el sitio desértico, sobre un afloramiento rocoso donde una pequeña barranca se había creado por la lluvia. El “exoesqueleto” del contenedor se levantará sobre pilotes de concreto, permitiendo el paso del agua por debajo.
Convencido del valor de su propuesta, basada en estructurar una serie de contenedores metálicos en una composición radial, Whitaker aguardó a la aparición del cliente y el emplazamiento adecuado para materializarla. Y de la conjunción entre los caprichos del azar y el acceso a las redes, incluso en los más remotos lugares, surgió la posibilidad para ello: el productor visitaba los terrenos de su propiedad cercanos al parque y a la cabeza de uno de sus acompañantes acudió el trabajo de Whitaker no construido. “¿Sabes lo que quedaría perfecto aquí?”, exclamó, buscando en internet una imagen de éste.
En su representación digital queda definido como un proyecto singular por su estridente monocromía y su morfología inusual. Whitaker articula la posición de los contenedores de manera que algunos de ellos tengan como función esencial incrementar el nivel de luz natural en la vivienda, mientras que en otros casos juegan con las alturas de las paredes para generar diferentes dependencias, preservando a la vez un sentido de unidad espacial. La disposición permitirá, además, proteger la casa del polvo arrastrado por el fuerte viento del lugar.
En el interior, la cuidada planificación permitirá que los habitantes, situados en el corazón de la vivienda, puedan tener una vista íntegra de todos los “brazos” o “radios”. Unas puertas pivotantes permitirán cerrar los dormitorios, resguardando la privacidad y manteniendo la limpia homogeneidad del espacio interior.
La futura casa se divide en una serie de contenedores, cada uno orientado para maximizar las vistas e inundar al edificio de luz natural o crear privacidad, dependiendo de su ubicación y uso. Los largos contenedores blancos brillantes contrastan completamente con el medio ambiente y sobresalen a través de las rocas del desierto. El diseño de la casa es como una enorme flor del desierto. Los contenedores se encuentran orientados en distintas direcciones logrando de este modo la forma de flor.
Por dentro, la casa de 200 metros cuadrados contendrá una cocina, sala, comedor y tres habitaciones, cada una iluminada por luz natural y amueblada con piezas del diseñador y arquitecto Ron Arad, ex-jefe de Whitaker. Al fondo, dos contenedores se extienden para encontrarse con la topografía natural, creando un espacio exterior con un deck de madera y jacuzzi. Los interiores de esta casa contenedor se organizan de acuerdo a los distintos usos de los propietarios. Los grandes ventanales maximizan las vistas de los exteriores. Estos ventanales también proveen al edificio de luz natural. Todos los interiores cuentan con un diseño minimalista, basado en paredes blancas, pisos de concreto y solo algunos muebles.
Las superficies exteriores e interiores se pintarán de blanco para reflejar la luz del sol desértico. Una cochera próxima se forrará de paneles solares, proporcionando toda la electricidad que necesitará la casa. Para hacer este proyecto una realidad, el ingeniero Albert Taylor de AKT II trabajó dando consultoría estructural durante el desarrollo conceptual.
El nombre de este parque nacional proviene de una especie de cactus, encontrada casi exclusivamente en esta zona. Esta especie de cacto es denominado árbol de Josué, de ahí el nombre del parque. Solo habrá que tener paciencia y esperar para ver florecer a este cactus en medio del desierto. ©
Ubicación
California, EEUU
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Diseño
Whitaker Studio
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Superficie
200 m2
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Año del proyecto
2021
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Material
Contenedores reciclados
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