El Palacio Sans Souci, diseñado por el arquitecto francés René Sergent, es uno de los edificios más representativos y emblemáticos de Buenos Aires y de la Argentina.
Como si tratase de un cuento de hadas, detrás del pesado portón de hierro se encuentra un inmaculado jardín donde no se oye más que la naturaleza misma. Avanzando por el sendero se llega al gigantesco Palacio de cuatro fachadas, una más bella que la otra. Este lugar de ensueño no es producto de ninguna fantasía, existe y está más cerca de lo que muchos piensan.
La familia Alvear
En 1911, los hermanos Carlos María, Josefina y Elisa de Alvear, casados con Mercedes Elortond, Matías Errázuriz y Ernesto Bosch respectivamente, viajaron a París, Francia, en busca de quien diseñara sus residencias. Los tres matrimonios eligieron al arquitecto de moda: René Sergent, considerado el mejor del estilo neoclásico.
El arquitecto se encargó de diseñar un palacio para cada Alvear: Palacio Sans Souci, Palacio Errázuriz –hoy Museo Nacional de Arte Decorativo- y Palacio Bosch, actual residencia oficial del embajador de Estados Unidos.
El Palacio Sans Souci, perteneciente a Carlos María de Alvear y su familia, fue el último de los tres proyectos en diseñarse y, por ende, la mejor de las obras del arquitecto, que para ese entonces se había convertido en un fanático del cinematógrafo.
“Si uno ve los distintos planos, se da cuenta de que Sergent hizo circulaciones de perspectivas que le san un estilo más cinematográfico”, indicó la arquitecta María Victoria Durini, integrante de la familia Durini, queiens compraron el Palacio hace más de 60 años, cuando este se encontraba en franco deterioro.
Hace cien años, en 1914, los constructores Eduardo Lanús y Pablo Hary colocaron la piedra fundamental del Palacio, emplazado sobre los terrenos que la esposa de Alvear había heredado en Victoria, Partido de San Fernando –hoy Paz 705. Cuatro años más tarde, el 19 de diciembre de 1918, el Palacio fue inaugurado con una gran fiesta a la que acudió toda la sociedad porteña de aquel entonces.
Estilo Neoclásico
Sergent eligió darle al proyecto un estilo neoclásico puro, inspirado en los cánones de la arquitectura renacentista de Versalles.
Sus cuatro fachadas son de símil piedra. Las escaleras son de mármol de París, mientras que el resto de los detalles y terminaciones, aunque parecen serlo, son imitaciones. El símil mármol fue creado por artesanos suizos del cantón italiano, especialistas en esta técnica.
“Es la perfección. De la arquitectura colonia, donde nada coincide, a esto hay un salto gigantesco”, enfatizó la arquitecta María Victoria Durini
Toda la carpintería fue realizada en roble de Eslavonia. En el caso de las puertas, éstas fueron pintadas imitando las betas de la madera, para que tuviesen marcas idénticas. Un dato curioso es que todas las puertas del Palacio tienen las mismas medidas, por lo cual pueden intercambiarse de lugar sin inconveniente, al igual que las persianas.
“Es la perfección”, enfatizó Durini y agregó: “De la arquitectura colonia, donde nada coincide, a esto hay un salto gigantesco”.
El sello de Thays
Los jardines, que en un principio abarracaban nueve hectáreas, fueron diseñados por el paisajista francés Carlos Thays. Durante la construcción del Palacio, Alvear intentó comprar la propiedad lindera a la familia Lanusse, con la intención de demolerla y continuar su jardín.
Los Lanusse nunca accedieron y se mandó a construir un enorme paredón. Thays no sólo se encargó de organizar el jardín, sino que también colocó un grupo de árboles para tapar el gran muro y que no pareciera que la casa terminaba allí.
Además, el Palacio cuenta con un Jardín de Invierno “art nouveau” de cristales biselados y una amplia galería, que ofrece una hermosa vista del Jardín Este y cuenta con acceso directo a los salones.
Salones
Luego de cruzar el acceso principal -fachada norte- se accede al Hall Central y de allí se pasa al Salón Imperial (16 por 17 metros), donde se encuentra la escalera principal, que conduce al balcón y a los departamentos.
Las puertas dobles por las que se accede a los departamentos son falsas, pues sólo uno de sus paños se abre, y las decoraciones son de yeso pintado que imita la madera. En este sector aún conservan los tapices originales de 1914.
Uno de los salones tradicionales del Palacio es el Salón Comedor, que cuenta con una mesa de casi 8 metros de largo, rodeada por veinticuatro sillas, y tiene una decoración clásica. Este espacio fue restaurado por la arquitecta Durini.
Clásico y cómodo, el Salón de los Espejos es óptimo para diversos eventos, al igual que el Salón Dorado, característico por su decoración tradicional, y el Salón Azul.
Por aquí pasaron figuras de la talla de Jorge Luis Borges, Victoria Ocampo, Manuel Mujica Láinez y Adolfo Bioy Casares.
Familia Durini y la restauración
La familia Alvear vendió el Palacio, que en 1940 fue adquirido por el Cardenal Santiago Copello. Al morir éste, la propiedad quedó en manos de la Curia Metropolitana. Hace 50 años, en 1964, el Palacio Sans Souci fue comprado por los hermanos Hugo y Eduardo Durini.
Cuando la familia adquirió la propiedad, ésta se encontraba en avanzado estado de deterioro. Fue la arquitecta María Josefina Barra de Durini quien comenzó las obras de restauración, las cuales continuó su hija María Victoria.
Desde el Siglo XVIII, la familia se dedicó al servicio del mecenazgo para el arte y restauración de monumentos. Los hermanos Durini tomaron como un desafío la restauración del Palacio, considerado uno de los monumentos más importantes de la Argentina y su diseñador el mejor de su época. Barra ya había restaurado el casco histórico de San Isidro.
“Mi madre dijo: ‘Para terminar de restaurarlo nos venimos a vivir’”, contó la arquitecta y agregó: “Entonces nos vinimos a vivir nosotros y mis tíos, con mis primos”.
Los Durini trajeron consigo su mobiliario, ya que de los Alvear sólo habían quedado dos sillones que María Josefina Barra mandó a retapizar y dos cuadros que devolvió a los herederos de los primeros propietarios. Su esposo se encargó de devolverle al jardín su viejo esplendor, pero teniendo en cuenta su nueva dimensión de sólo dos hectáreas. Volvió a plantar todos los árboles para recuperar las vistas que el predio tenía.
Con Argentina como sede del Mundial de Fútbol de 1978, la idea de la familia fue transformar al Palacio en un hotel, pero no pudieron conseguir ningún préstamo.
“Lo fantástico de esta casa es que Sergent hizo cada habitación con un baño, en la misma época en que se hacían las casas chorizo con un solo baño en la punta final de un largo pasillo, lo cual hacía que fuese muy sencillo transformarlas en una especie de departamentos para cada uno de nosotros”, señaló la arquitecta.
Los fantasmas juegan de noche
Según cuenta la leyenda, en todos los palacios rondan fantasmas. Los propietarios y empleados del Sans Souci aseguran que éste no es la excepción.
María Victoria Durini aseveró que “los fantasmas se han confinado en determinados sectores, porque les molesta que haya mucha gente” e indicó que el piso de roble de su habitación hace ruido “a las tres en punto de la madrugada”.
Varias personas afirman haber visto al fantasma de Alvear sentado en los peldaños de la escalera principal o haber sido víctimas de sus bromas, cuando se llevaban el ascensor al piso superior que estaba vacío.
Eduardo Durini estaba convencido de que en el jardín había píxis -duendes atemporales, que viven eternamente.
¿Por qué la gente dice que hay fantasmas? “Porque se escuchan ruidos que son monótonos y son siempre los mismos”, explicó la arquitecta.
Elegancia y distinción
El Palacio Sans Souci ha sido y sigue siendo la locación más buscada por cineastas y productores publicitarios. Allí filmaron directores de la talla de Alan Parker (Evita) y Francis Ford Coppola (Tetro), quienes a su vez se alojaron con su equipo en los espaciosos departamentos del Palacio.
El Palacio Sans Souci ha sido, y sigue siendo, la locación más buscada por cineastas y productores publicitarios.
Grandes productoras lo convirtieron en eje de varios proyectos. Telenovelas brasileras, mexicanas, argentinas, co-producciones argentino-españolas y miniseries de altísima calidad fueron rodadas en estos magníficos jardines y sus majestuosos salones.
Sans Souci es el escenario ideal para presentaciones de alta costura y el elegido por muchas personas para darle un toque de estilo, distinción y elegancia a sus casamientos, cumpleaños de 15 o eventos privados.
Vida de reyes
El Palacio es ideal para quienes desean cumplir el sueño de vivir como reyes. Cada uno de los ocho departamentos -de cuatro, tres y dos ambientes- es magnífico y posee vistas a los jardines.
Los departamentos y los dúplex cuentan con múltiples comodidades: estacionamiento gratuito, teléfono, calefacción, aire acondicionado, cocina totalmente equipada, microondas, ropa blanca, servicio de limpieza diaria y seguridad. Además, en los jardines se encuentran los juegos para niños y la piscina.
Fundación Doctor Eduardo Durini
Tras la muerte de su padre, María Victoria Durini y su madre crearon una fundación artística cultural en su honor. Ésta se encarga de organizar visitas guiadas y exposiciones, y financia las restauraciones del Palacio.
En 2005, en el marco de los festejos por el bicentenario de San Fernando, la institución organizó visitas teatralizadas que recorrían la historia del emblemático Palacio.
Por otra parte, la fundación cuenta con un Museo Religioso que reúne distintas creencias en un mismo recinto. Católicos, ortodoxos, judíos, musulmanes, indúes y budistas están representados en este espacio: desde vestimentas, pasando por imágenes de distintas deidades, santos y vírgenes, hasta llegar a réplicas de altares. La fundación nació ante la necesidad de preservar el patrimonio cultural y paisajístico del país.
Los primeros objetos de la colección pertenecieron a la familia Durini-Barra y luego se fueron agregando donaciones de feligreses y distintas instituciones. ©
TXT I Fotos: Grupo Editorial Metro