A los alrededores de Barcelona se alza una ciudad que ya no cuenta con muralla pero que guarda más de una historia medieval y tiene atracciones dignas de ser visitadas.

Ubicada en la provincia de Barcelona, en la comunidad autónoma de Cataluña, Vich (oficialmente en catalán llamada Vic) es un municipio, capital de la comarca de Osona. Este pueblo es elegido por más de un viajero en el mes de diciembre especialmente por sus fiestas medievales y lo pintoresco de sus atracciones antiguas.
Desde el siglo IV a.C ya habitaba gente la actual Vic. Ausetanos, romanos, visigodos, sarracenos, muchos de ellos pasaron por el territorio. Tras su reconquista en el siglo IX, la ciudad fue destruida y apenas quedaron restos de todos esos antiguos pueblos. Más allá de eso, en los siguientes siglos no han dejado de aparecer motivos por los que merece la pena que el viajero visite esta ciudad al recorrer los alrededores de Barcelona.
El viajero puede iniciar su recorrido viajando hasta el siglo II de esta era y adentrándose en la ciudad a través del templo romano que se encuentra en el punto más alto de la ciudad. Este edificio fue reconstruido en el siglo XIX a partir del capitel original.
La plaza mayor de Vic es una de las plazas más grandes de Cataluña y es uno de los espacios con más historia de la ciudad. Las primeras construcciones alrededor de la plaza del mercado se levantaron en los s. XII y XIII, pero el mercado se realizaba desde mucho antes en ese mismo lugar.

Si el viajero elige visitar la ciudad aledaña a Barcelona en diciembre puede disfrutar cada año del Mercado Medieval Vic, que este año se realizó entre el 4 y 8 de diciembre. Las calles se transforman en un pueblo medieval de cuento, donde se encuentran artesanos, taberneros, feriantes y músicos, así comienza el auténtico viaje en el tiempo.

Desde el siglo IV a.C ya habitaba gente la actual Vic. Ausetanos, romanos, visigodos, sarracenos, muchos de ellos pasaron por el territorio.

El pasado Mercado Medieval 2021 fue el número 25, tras la edición paréntesis del año anterior debido a la pandemia, en donde el toque más divertido es ver a la gente de la ciudad catalana disfrazarse con trajes típicos, dándole su propio toque a la cuestión. Además, el visitante podrá ver miles de puestos de venta de artículos de decoración, joyería, cremas, hierbas medicinales, ropa, embutidos, quesos, pastelería, conservas y chocolates. Los platos que se ofrecen en cada puesto suelen simular tabernas medievales, recordando las preparaciones originales, de esta manera se puede probar cervezas, crepes, jamones, bocadillos, morcillas y, por supuesto, la popular butifarra catalana.



También, en este fin de semana a puro recuerdo antiguo, el viajero tendrá la posibilidad de aprender a tirar con arco y flecha. En el mercado se despliegan coreografías de los Abanderados de Tortosa, que transportan a la época desde la actualidad.
Una ciudad medieval, no sería medieval sin su muralla y Vic tiene la suya. No son tantos los restos que resisten hasta hoy de la muralla pero cuando el viajero pasea por la Rambla de Montcada se encuentra con uno de los paños mejor conservados de la misma. Todavía cuelgan de él las anillas donde se ataba el ganado los días de mercado en la antigüedad.

En diciembre se puede disfrutar del Mercado Medieval Vic, cuando las calles se transforman en un pueblo medieval de cuento, donde se encuentran artesanos, taberneros, feriantes y músicos.

Siguiendo por la rambla el visitante llega al puente de Queralt, la puerta de entrada a Vic desde Barcelona. Más actuales, pero también desde el puente, se ven las antiguas curtidurías de la ciudad.
Este pueblo es muy famoso, además de por su famosa fiesta medieval y su mercado, por sus embutidos, en especial el salchichón de Vic (llonganissa de Vic en catalán). La ciudad llegó a tener treinta fábricas de embutido, actualmente solo queda una en su emplazamiento original. Se trata de la Casa Riera Ordeix, ubicada en la plaza de los mártires desde 1852.
Cuando el viajero camina por esas calles lo inunda un olor cautivador y penetrante que le da ganas de probar algo inmediatamente. La fábrica se encuentra muy bien conservada e incluso guarda historias, costumbres y recuerdos de muchísimos años atrás, además sigue en manos de la misma familia desde siempre.
Si el turista desea recorrer un poco más los alrededores de Barcelona puede ingresar a este pueblo medieval y viajar entre sabores y danzas a otras épocas, además de conocer la cultura española un poco más. ©

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