Parejas, ¿qué esperamos hoy?

Mucho se ha hablado y se habla de las crisis de las parejas, de cuáles son las fórmulas para poder tener un vínculo que sea duradero. Hoy las analizamos.

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Sobre las crisis de pareja se dice mucho y mucho de eso que se dice es justo y razonable. Lo que veo en la práctica cotidiana de mi consultorio es que por saber ciertas cosas no siempre podemos evitar las crisis de pareja ni las desilusiones.
Es verdad que tener una pareja estable no es el objetivo, ni es valioso para todos y todas. Se ha ido deconstruyendo la importancia que tenía en el pasado tener una familia, y en la actualidad casarse y tener hijos no es prioritario. El acento está puesto más en la realización personal, y en relaciones espontáneas, donde dejar fluir quiere decir relacionarse en función de las ganas del momento, sin atarse a responsabilidades ni obligaciones a largo plazo.
Es verdad que un vínculo de pareja debe tener como base el agrado por la otra persona, la atracción y el deseo. Pero también es cierto que en general para sostener cualquier relación también hay que poner en juego mi gusto y el gusto del otro, cierto compromiso para que se genere el encuentro, porque si siempre se trata de lo que yo deseo hacer  voy camino al desencuentro.


Poder negociar entre lo mío y lo del otro es fundamental. Se trata de paciencia, inteligencia emocional y cierta tolerancia a la frustración.  Mariano, un hombre joven que consulta porque se siente frustrado y solo,  me decía: “Este tiempo, me pasa lo mismo con las chicas con las que salgo: al principio va todo genial, es adrenalina pura, ganas de estar y vernos, después pasa un tiempo y ya se vuelve aburrido, no hay magia, y cada uno está en la suya, aparecen las quejas y la mala onda”.
Otra paciente, Mara, me dice: “Estoy casada hace 9 años, nos llevamos bien, pero ya le conozco todos los defectos y él los míos. Crecí mucho en estos tiempos, me siento bien conmigo misma, a él lo quiero, pero siento que no es lo mismo que al principio, un poco nos aburrimos”.
Tenemos dos situaciones, que parecen distintas porque en una se trata de vínculos que no se afianzan, que quedan a medio camino. Mariano se desilusiona rápido de sus compañeras y las deja. En el caso de Mara, se trata de un vínculo consolidado, ellos llevan años juntos. Pero lo que ambos casos tienen en común es la idea de que el vínculo de pareja debe conservarse inmutable, debe ser misterioso y divertido como cuando uno se empieza a conocer con otra persona y todo nos sorprende. Ambos pretenden que no pase el tiempo y que las experiencias que se viven no cobren valor. Evidentemente, si uno tienen una relación que se prolonga en el tiempo, van pasando cosas que generan espacios nuevos: ya no hay sorpresa ni tensión por lo desconocido, el anhelo se cumple y esa expectativa se va apagando.
En la pareja, para continuar, se deben generar otros intereses y otras valoraciones: podría ser la confianza, la seguridad, la pertenencia, la posibilidad de llevar adelante proyectos en conjunto, etc. Si esto no sucede, las primeras emociones se agotan con el paso del tiempo y ahí se termina. Se trata indudablemente de un camino de autoconocimiento y de observación del otro al que queremos, para llegar a un equilibrio emocional deseado. Obviamente, la psicoterapia es un excelente recurso. ©

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