Pretender que un sujeto, por ser varón se prive de su sensibilidad, que sea dominante, resuelto y poco reflexivo, son creencias que hoy en día perdieron su sentido, y en la actualidad tienen un alto costo emocional.
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Por qué “Masculinidades” en plural? Porque existen muchas maneras de identificarse como masculinos. En general existen representaciones e ideas de cómo se es varón en nuestra sociedad: se suele creer que el varón es o debe ser fuerte, no llorar (“no seas maricón, no llorés”) o sea no ser sensible y mostrarlo. Debe ser agresivo en sus actitudes y no evidenciar que teme.
Estas creencias (imaginario social patriarcal heteronormativo), esperan que el varón sea dominante, resuelto y poco reflexivo, proclive a deportes o activivdades de choque en donde su cuerpo está en peligro o a enfrentamientos violentos con otros varones para medir sus fuerzas.
También suponen una disponibilidad sexual siempre lista a encuentros para dar cuenta de su masculinidad (“los hombres siempre quieren”), supone ganas sexuales más allá de con quién se tratase.
Aquellos varones que no logren estas características serán considerados inferiores en cierto rango o jerarquía del grupo de muchachos u hombres al que pertenecieran.
Todas estas creencias son construcciones culturales, esto quiere decir que no obedecen a cuestiones naturales sino que se han ido generando y transmitiendo porque en algún momento fueron útiles, pero merecen ser revisadas porque muchas (o todas) perdieron su sentido, y en la actualidad tienen un alto costo emocional. Pretender que un sujeto, por ser varón se prive de su sensibilidad, que se entrene para no expresar sus sentimientos, comunicar sus miedos y sus amores tiene consecuencias tales como que un hombre no ejerza su paternidad responsablemente si tiene hijos y pueda dejarlos atrás cuando termina su matrimonio. Se trata de hombres que no hablan sobre sus problemas, los callan y luego padecen enfermedades psicosomáticas. También son esos hombres que no saben comunicar sus afectos, ni tienen sensibilidad para darse cuenta de las situaciones que se generan en su entorno. Esto los ubica en un lugar más proclive a la descarga violenta, a golpes irreparables.
Ya ha perdido sentido, si es que alguna vez lo tuvo, criar a pequeños varones con la idea de que sean soldados insensibles y agresivos, obedientes y poco reflexivos, alejados de la ternura y la palabra, del juego y del arte.
Pensemos en colaborar para la construcción de una comunidad de personas, sin que sea necesario clasificar en varones y mujeres, evitando la rigidez de modelos y estereotipos que nos alejan de la realidad e imprimen sacrificios a veces fatales.
Estar mejor es posible, y es nuestra responsabilidad. ©
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