Sus libros hacen que más de una persona se sienta identificada, más allá de que hablen sobre su historia familiar armenia, cualquiera puede no sólo aprender de ellos sino también encontrar guiños de sus historias personales.
Magda Tagtachian es periodista y escritora, sus libros son leídos en Argentina y en otras partes del mundo. Nieta de sobrevivientes del genocidio que entre 1915 y 1923 llevó a cabo el Imperio Otomano, relata la vida, la historia, los efectos, las tragedias, los amores y deseos de los armenios.
Trabajó en el Diario Clarín durante veinte años y en las revistas Gente y Para Ti. En 2018, recibió la distinción Hrant Dink, otorgada por el Consejo Nacional Armenio de Sudamérica por su labor en Derechos Humanos. En 2016 público la primera edición de Nomeolvides Armenuhi y en 2020 lanzó Alma Armenia. En Rojava, su tercera novela, continúa con la ficción para mostrar los conflictos de Medio Oriente. También, hace poco tiempo, publicó en la antología Ay, Pecados, con un relato llamado “Fuego Indio”. Actualmente, se encuentra dándole los últimos toques a su cuarta novela.
– ¿Cómo comenzaste tu carrera como escritora?
– El primer libro que escribí fue la historia de mi abuela armenia, se llama “Nomeolvides Armenuhi”. Ese libro lo escribí en 2015 y en ese año se cumplieron cien años del genocidio armenio. El mismo fue perpetrado por el imperio Otomano entre 1915 y 1923.
Mis cuatro abuelos nacieron en el imperio Otomano y vivieron allí. En 1915 mi abuela, Armenuhi, la protagonista de mi primer libro, tenía un año y medio y en ese momento, es que tiene lugar esta orden de genocidio, siendo el primer genocidio del siglo XX.
Mi bisabuelo escondió tanto a mi abuela, como a su hermano, Antranik (Antonio, en armenio), en la alforja de un burro, y a mi bisabuela la vistió de varón, dado que las mujeres eran capturadas y salvajemente atacadas por los turcos. Ahí fue cuando decidieron huir de su aldea Aintab, a pie, sin agua y sin comida, hacia Siria, y se refugiaron en Alepo, a cien kilómetros de distancia, sufriendo de las condiciones climáticas y de hambre y sed.
En 2015, sensibilizada por el cien aniversario del genocidio armenio, que se recordó en todo el mundo donde empezaron a aparecer esas flores Nomeolvides, que fue tomada como símbolo de memoria permanente, decidí que mi libro se llamará “Nomeolvides, Armenuhi”. En ese año, propuse en la Revista Viva, donde yo trabajaba, hacer una nota sobre quienes somos los armenios, cuál es la historia, de dónde vienen.
– ¿Cómo fue contar tu propia historia?
– La historia de mis abuelos me cambió la vida. Enterarme de todo los que sufrieron los armenios, que no era algo que se hablara ni en mi casa, ni en la de mis abuelos, como en casi ninguna de las familias armenias que lograron sobrevivir. Y me llevó a escribir el libro, lo cual lo hice llorando prácticamente, ahí decidí acortarme el nombre a Magda.
De las pocas palabras que le escuché decir a mi abuelo, que dijo cinco oraciones en toda su vida, y que me quedó marcada, fue que si él hablaba en armenio en las calles de Turquía, le cortaban la lengua. Me llevó toda mi vida de periodista, más de treinta años, entender que allí había mucho por preguntar y para contar acerca de la violencia. Esto lo hice por una motivación personal, por querer saber los traumas por los que pasaron mis abuelos, esos traumas que de alguna manera les transmitieron a mis padres. Esa violencia que fue naturalizada, porque lograron sobrevivir y decidieron callarse la boca para poder seguir adelante.
Mi abuela cuando llegó a la Argentina, con 14 años, vino sola a casarse. La mandaron a casarse con mi abuelo, que ni se conocían, y él tenía 28 años. Fue un matrimonio arreglado entre familias que se conocían. Se casaron y estuvieron cincuenta años juntos.
En el año 2018, escribí una novela de ficción, que es “Alma Armenia”, una historia de amor y de guerra, en la Armenia actual, ahí decidí renunciar al diario Clarín, para trabajar por mi cuenta, que era mi deseo real, en búsqueda de hacer mi camino personal.
– Tu última novela es Rojava y si bien no es estrictamente sobre el asunto armenio toca algunos tópicos de esos conflictos, ¿Cómo fue escribirla y de que se trata?
– Rojava es una región autónoma en el norte de Siria al límite con Turquía. En esta zona amenazada por el Isis, las mujeres civiles decidieron organizarse en un ejército para defenderse del estado islámico, de los mercenarios que obligaban a todo el pueblo a convertirse al Islam. Esto es lo que me motivó a escribir mi novela. Así arme la ficción de Rojava, con algunos personajes de Alma Armenia, siendo como una continuación de este último, aunque se pueden leer de manera independiente.
Arme una trilogía con estos dos libros mencionados, y un tercero, que va a salir muy pronto.
Lo que me interesaba mostrar en Rojava, es una deconstrucción actual dentro de esa región, contando esta historia de amor, dentro del contexto político.
En este caso, es la mujer la que va a la guerra y el hombre se queda a esperarla. Son mujeres organizadas para cuidarse unas a otras, en busca de la lucha contra el patriarcado. Mujer, vida y libertad, son los tres pilares del movimiento de mujeres de Rojava.
– En tu libro las protagonistas guerreras son mujeres, ¿Por qué es necesario visibilizar las problemáticas de nuestro género en Oriente y también en el resto del mundo?
– En Occidente está muy de moda hablar de la lucha contra el patriarcado y el machismo, pero en Oriente, recién ahora se está comenzando a hablar. Las chicas que son secuestradas por el estado islámico, además de ser violadas y maltratadas, son vendidas como esclavas sexuales. Las que lograban ser rescatadas, como debían llegar vírgenes al matrimonio, eran rechazadas por sus propias familias.
Quería mostrar el desafío de poder sacarnos de encima los mandatos y pude hacerlo en ambas novelas. Y lo hice mezclando todo, la guerra, el amor, la pasión, el erotismo.
Mis raíces armenias vienen de mis cuatro abuelos, maternos y paternos, que huyeron de Turquía para poder salvarse de los genocidios que allí tuvieron lugar.
– ¿De dónde vienen tus raíces armenias y cómo te impregnaste de todos tus conocimientos sobre la patria de ese país?
– Mis raíces armenias vienen de mis cuatro abuelos, maternos y paternos, los cuales como te mencioné antes, huyeron de Turquía para poder salvarse de los genocidios que allí tuvieron lugar. Estudie por mi cuenta, además de reunir a toda mi familia los domingos y preguntarles detalle por detalle. Mi vida cambio a partir de la escritura de “Nomeolvides”.
A partir de 2015, empecé a armar mi biblioteca armenia en casa, reuniendo libros que me iban trayendo.
– ¿Cuál de todos tus libros te marco más? ¿Por qué?
– Todos me marcaron, con cada novela crecí mucho. Hago una investigación periodística para cada novela y uno vive con los personajes adentro. Todo pasa por mis emociones, me pongo toda a disposición de la novela, de lo que me piden los personajes.
Pero si te tengo que decir cual me marcó, fue “Nomeolvides”, me cambió la vida. Mi abuela falleció en 2004 y yo la novela la escribí en 2015. Todos mis libros tienen que ver unos con otros y se pueden leer de manera independiente. “Nomeolvides” se lee en las escuelas, tanto armenias como no armenias.
– ¿Cuál es tu sueño más grande con la escritura? ¿Crees que ya lo has cumplido?
– No, no lo cumplí para nada. Mi sueño más grande es llegar a la mayor cantidad de gente, ser popular. Siempre fui fanática de mirar entrevistas a escritores y autores. Leo sobre sus vidas, sobre cómo hacen para escribir. Mi sueño más grande es que mi mensaje llegue, que mis libros se vendan en kioscos, supermercados, farmacias. Y que mis libros sean traducidos al inglés, para que los pueda leer cualquier persona. También me gustaría que llegaran al formato audiovisual. Tengo una forma de escribir muy visual, veo mis propias novelas a medida que las voy escribiendo.
– En el futuro cercano, ¿Estás trabajando en algún proyecto o escribiendo algún libro que nos puedas spoilear?
– Está por salir mi próxima novela ahora a finales de año y completa la trilogía con las dos anteriores, pero como te mencione antes, se pueden leer de manera independiente.
Estoy muy feliz con el trabajo que hicimos. Ya estamos en la parte final del trabajo, basado en ficción con investigación periodística.
– Si tuvieras que dar un mensaje a través de la escritura, ¿Cuál sería? ¿Vendría de la mano de todo lo que venís escribiendo?
– Diría que luchen, que todos los días trabajemos por mantener viva la llama del deseo. A mí la escritura me sirve como herramienta de conocimiento personal, es lanzarse a un mar de aguas profundas. En la ficción vos elegís sobre el papel, como lo haces con tu vida. La experiencia es lo que hace a un escritor. Me encuentro en la segunda mitad de la vida y me voy animando a soltarme de los mandatos.
Escriban desde lo que sienten, desde el corazón. Ahí se produce la química, la magia. La escritura es un arma muy poderosa, lo que queda escrito, queda escrito. Mis abuelos no hablaron de lo que les pasó, pero ahora queda escrito. De mi abuela aprendí a transformar el dolor en belleza, porque las cosas bellas son las que nunca se olvidan. Me pasó su amor a la vida, su fuerza, eso que llamo el legado del sobreviviente. ©
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