Emprender, una forma de trabajar que permitió a Carolina pasar más tiempo con su hijo y que la llevó a abrir tres locales en Buenos Aires que son un éxito.
Carolina Baibiene es pastelera, emprendedora, dueña de tres locales en el conurbano bonaerense, pero sobre todo es mamá. Oriunda de Adrogué, comenzó con su emprendimiento de pastelería en 2015 y dio el gran salto gracias a la pandemia.
De dar cursos de decoración de tortas pasó a crear una marca propia que lleva su nombre y que deleita a más de uno en Buenos Aires. Sus locales siempre tienen filas largas y la historia de Carolina es un ejemplo para muchas mujeres que deciden perseguir sus sueños.
@Carobaibienecakes es el Instagram profesional de su negocio que ya se convirtió en su marca registrada y que nació de la necesidad de pasar más tiempo con su hijo.
– ¿Cómo empezaste con tu emprendimiento de pastelería? ¿Pensabas que se iba a convertir en lo que es actualmente?
– Mi emprendimiento de pastelería arranco en 2015 cuando me entero que voy a ser madre soltera, yo en ese momento trabajaba en un hotel 5 estrellas y decido emprender full time. Si bien antes capaz vendía alguna torta y ya estaba recibida de la carrera de gastronomía, en aquel entonces la decisión la tome para tener más tiempo para dedicarle a mi hijo.
No me imaginaba que se iba a convertir en lo que es actualmente, pero si le puse muchísimas ganas y me la rebusque haciendo de todo hasta que con los años fue creciendo y se transformó en algo de lo que podía vivir. Al principio era más difícil, pero con el correr de los años logré tener un ingreso fijo todos los meses.
– ¿Siempre quisiste ser pastelera o fue algo que vino a vos en los últimos años?
– Siempre me gustó el mundo de la gastronomía, en mi casa son todos gastronómicos pero muy pocos se dedican cien por ciento a esto. De chiquita jugaba mucho a cocinar y a inventarme mis propias recetas, así que siempre estuve metida en ese tema y ya en mis últimos años de colegio tenía bastante decidido lo que iba a hacer.
Siempre me gustó el mundo de la gastronomía, en mi casa son todos gastronómicos. De chiquita jugaba mucho a cocinar y a inventarme mis propias recetas, así que siempre estuve metida en ese tema.
– ¿Cómo fue pasar la pandemia siendo emprendedora? ¿Qué formas encontraste para que tu mini empresa salga adelante y no tener que dejarlo?
– Fue bastante complejo porque yo antes de eso me dedicaba totalmente a las clases presenciales de decoración de tortas de casamiento y a venderlas. Con la pandemia no podía dar clases y tampoco podía vender tortas de casamiento porque estaba todo suspendido, así que volví a mis principios y comencé a vender nuevamente pastelería clásica. Lo primero que hice fueron los desayunos, aprovechando que todos estaban en sus casas, fui de las primeras en la zona en ofrecer envíos y ahí exploto todo. Pase por un montón de instancias, mi emprendimiento nunca fue igual y me divirtió mucho volver a los comienzos de todo.
Durante la pandemia le metí mucho a las redes, ellas son la mejor ventana al mundo, se potencio muchísimo y especialmente con los envíos.
– Primero abriste tu local en Adrogué, después en Lomas y ahora en Lanús ¿Qué se siente este crecimiento? ¿Te gustaría llegar a más lugares de Argentina?
– La decisión de abrir el primer local en Adrogué la tome al año de que comenzó la pandemia, en principio para poder tener un lugar más grande donde poder atender al público. Un amigo que es gastronómico, que hoy es mi socio, me dio una mano enorme porque no me animaba a tener un local a la calle. Ese fue el empujón que necesitaba.
El local explotó, fue una locura porque había fila y nos quedábamos enseguida sin stock. Lo que yo había pensado para “agrandarnos” termino resultando chico y ahí fue cuando surgió Lomas que tenía una cocina más grande que podía funcionar como centro de producción, así que se fue dando todo bastante orgánicamente. Después de eso, llegó Lanús y la verdad que hemos trabajado sin descanso, de noche y la verdad que fue divino.
Me encantaría seguir creciendo con la marca, ya veremos qué pasa en los próximos años. Por ahora tuvimos un crecimiento muy lindo y estamos aun acostumbrándonos a esta nueva modalidad y a los nuevos desafíos que se presentan.
– ¿Crees que ya cumpliste tu mayor sueño o todavía no?
– Creo que para tener 28 años cumplí un montón de metas de cosas que alguna vez pensé que podía llegar a tener, así que en ese sentido estoy más que agradecida. A veces las metas y sueños van cambiando, por lo menos en la parte profesional. Siempre dije que mi gran sueño era hacer un libro, así que seguiré trabajando para que eso suceda, pero ya tener un local para mí era un sueño enorme.
– Además de dedicarte a tu empresa, sos mamá ¿cómo combinas ambas cosas?
– Tengo un hijo de 7 años y a veces balancear el trabajo y los hijos es complicado, más siendo mujer. Pero uno de los propósitos del emprendimiento era de poder organizarme con mi hijo para poder pasar tiempo con él, así que trato lo más que puedo de trabajar en los momentos en que él está en el colegio. De todas formas, no dejó de trabajar en gastronomía y abrimos sábados y domingos, a veces tengo disponible el fin de semana y a veces no.
Me encantaría seguir creciendo con la marca, ya veremos qué pasa en los próximos años. Por ahora tuvimos un crecimiento muy lindo y estamos aun acostumbrándonos a esta nueva modalidad.
– Hay una anécdota que dice que te llamaron Ricki Montaner y Stefi Roitman para hacer el pastel de su boda y vos te negaste ¿Cuánto hay de cierto en eso? ¿Cómo fue la historia?
– La anécdota surgió de casualidad, yo lo conté en mi Instagram personal y de ahí levantaron lo que yo subí e hicieron varias notas. Entonces yo tuve que salir a contarlo en el Instagram profesional para que la gente sepa.
Yo antes de la pandemia le hacía tortas de casamiento a muchos wedding planners muy reconocidos en Buenos Aires y por eso tengo muchos contactos en ese ambiente. Cuando les estaban armando el casamiento de Stefi y Ricki Montaner me contacta quien estaba a cargo del evento y me cuenta que necesitaba una torta para una fecha que justo era en enero. Stefi ya había estado mirando mis redes sociales y le había gustado lo que yo hacía y por eso me contactaron. El tema es que yo venía de haber estado trabajando mucho tiempo sin parar y ya tenía mis vacaciones planificadas, bueno ahí les dije que yo no estaba trabajando más haciendo tortas de casamiento y que además iba a estar de vacaciones pero que con gusto les podía recomendar a otra persona.
Básicamente fue eso, yo no pensé que al contarlo en mi Instagram lo iban a levantar los medios. En ese momento, priorice mi descanso por que lo necesitaba, hubiera estado bueno hacerlo por la experiencia o como anécdota personal, pero a mí me pareció que no era la decisión correcta para el negocio.
– Finalizando nos gustaría que nos des consejos para todas las mujeres que como vos quieren lanzarse con alguna empresa, emprendimiento y les cuesta o tienen miedo de hacerlo. ¿Qué les dirías?
– Para todos los que quieran empezar a emprender, lo primero que les diría es que tengan paciencia, el mayor error es querer que todo sea ya. En lo personal a mí me llevo 3 años poder vivir de lo que estaba haciendo, los primeros años fue subsistir, comprar los elementos para trabajar y comprar pañales para mi hijo. Empecé con una batidora y la heladera de mi casa y poco a poco fui sumando cosas, no es necesario tener todos los elementos a penas se empieza, es simplemente tener ganas, capacitarse y sobre todo paciencia. Hacer clientela lleva tiempo, pero si perseveran se puede. Lo más importante es estudiar y capacitarse, puede ser desde cursos pagos hasta un vídeo en YouTube. Este es mi octavo año del emprendimiento y recién ahora pude lograr lo del local, así que con mucho trabajo se puede. ©
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