El estruendo del debate de la Ley de Alimentación Saludable no se vio reflejado en la silenciosa llegada de los octógonos a los supermercados. Pero después de la aprobación de la Ley de etiquetados y las quejas de las empresas, las etiquetas empezaron a aparecer sobre los productos más comprados para manifestar la molestia en las redes sociales.

Nadie se sorprendió que los snacks tuvieran octógonos que remarcaran el sodio o exceso de grasas que contenían los brillosos paquetes. Pero muchos productos denominados como “light” cuya promoción se centraba en su bajo contenido calórico, lucieron con vergüenza las etiquetas negras que declaraban “exceso en grasa” o “alto contenido en sodio”. Ahora bien, para poder entender por qué estos productos lucen sus nuevas vestimentas, hay que entender la reglamentación de la nueva forma de alimentarse.
La Ley de Etiquetado Frontal, mejor conocida como Ley de Promoción de la Alimentación Saludable Nº 27.642, fue aprobada por la Cámara de Diputados en octubre de 2021, pero su reglamentación, es decir, cómo iba a llevarse a cabo, no fue aprobada hasta marzo del 2022. Finalmente, la entrada en vigencia de la ley tardo un año más: el 16 de febrero de este año fue la fecha que puso el Gobierno como vencimiento de las prórrogas solicitadas por la mayoría de los fabricantes. Es por esto que, a pesar del estruendoso debate que se vivió en la sesión de esta ley, no vimos sus resultados hasta ahora. Ésta es también la razón por la cual en la misma góndola hay productos con y sin octógonos.
A pesar de lo que se cree, la nueva ley no contempla únicamente que los productos lleven advertencias sobre los excesos de azúcares, sodio, grasas saturadas, grasas totales, edulcorantes y calorías, entre otros, sino que tiene un foco mucho más social sobre la alimentación de la población. La ley “prohíbe resaltar declaraciones nutricionales complementarias con cualidades positivas y/o nutritivas de los productos” y sobre los niños establece que “los alimentos y bebidas sin alcohol con al menos un sello de advertencia, no pueden ser ofrecidos, comercializados, publicitados, promocionados o patrocinados en los establecimientos educativos del Sistema Educativo Nacional”.

“La ley deja en evidencia que la mayor intervención industrial genera productos ultraprocesados que tienen poco de sus alimentos originarios”.
Lic. nutrición Pilar Olaverry

Esto quiere decir que en la nueva reglamentación regla la publicidad, promoción y patrocinio de ciertos productos dirigidos originalmente a los niños, niñas y adolescentes, para excluirlos de ‘publicidades engañosas’. Fue esta parte de la ley la que dejó fuera de las cajas de cereales a los conocidos personajes que las representaban.
El problema se presenta en que las estrategias de las empresas confunden a los consumidores. Una reconocida marca de gaseosa tuvo que perder a su personaje icónico de su packaging pero anunció en redes el paso de ese dibujo al metaverso, un lugar donde los gobiernos todavía no pueden legislar. Otros productos deciden hacer un “doble frente” que disimula las marcas que los avergüenzan.
Un aspecto positivo de toda esta información es que hay productos que fueron reformulados por las marcas y empresas para que no tuvieran que llevar etiquetas. Esto se vio reflejado en las redes sociales dónde los consumidores detallaban el cambio en sabor de algunos de sus productos favoritos.
Tras el arribo de la implementación, la pregunta que surgió durante el debate se presenta más fuerte que nunca: ¿Sirve a fines alimentarios la Ley de Etiquetado frontal? Según un relevamiento realizado por la Fundación Interamericana del Corazón (FIC) y la Federación Argentina de Graduados en Nutrición (FAGRAN) en escuelas de la provincia de Buenos Aires entre octubre y diciembre del año 2022, (previo al comienzo de entrada en vigencia) más del 96% de la “oferta de productos envasados en los kioscos escolares eran ultraprocesados”. Y a pesar que no existen números concretos debido a que no hemos tenido tanto tiempo los octógonos para detectar comportamientos diferentes entre los consumidores, los expertos en nutrición aseguran que los niños están dejando de optar por los productos denominados como ‘ultraprocesados’ gracias a la nueva ley.
Acudimos a la licenciada en nutrición Pilar Olaverry, M.N. 9900 M.P. 4961, de @olaverry.nutricion para que nos dé una opinión más amplia al respecto y nos aseguró que “el etiquetado aporta una información útil para el consumidor”. “Permite también reafirmar que debemos optar como primera opción a los alimentos frescos (frutas, verduras, entre otros). Deja en evidencia que la pauta publicitaria y la calidad real brindada en los productos dista mucho de lo que parece. Es un paso que permite a la población tener más herramientas y poder optar con más consciencia”. Y en cuanto a sus deseos como nutricionista, nos afirma que anhela que esto sea el “motivo de impulso para la mejoría de los alimentos que se brindan en los comercios”, asegura Pilar.


Finalmente, la nueva vestimenta de los productos está cambiando la forma en que los consumidores seleccionan lo que ingieren. En la red social del pajarito, una usuaria se refería a los quesos untables de tapas verdes que ahora lucen los mismos octógonos que los de tapa roja, alegando que “para qué consumiríamos el producto light si al final es idéntico al clásico”.
Así mismo, esta nueva forma de consumo no indica los valores de grasas o azúcares que un individuo puede ingerir en su dieta. Comprar el producto con octógonos, ¿podría no representarnos un problema si tenemos una consciencia más amplia sobre nuestra alimentación? Al respecto, la Lic. Olaverry asegura: “Que tenga exceso en cierto componente nos hace prestar más atención, pero no significa que un alimento aisladamente o en cantidad moderada sea por sí solo nocivo. Pero sí deja en evidencia que, si optamos en el total de nuestra cotidianidad por este tipo de opciones, casi el total de los alimentos seleccionados terminan teniendo componentes no adecuados. También deja en evidencia que la mayor intervención industrial genera estos productos ultraprocesados que tienen poco de sus alimentos originarios o, mejor dicho, que pierden las cualidades de los alimentos originarios”.
Entonces la pregunta se sostiene: ¿Puede el etiquetado frontal cambiar la consciencia social de cómo se alimenta una población? La lenta aplicación de la Ley no permite a las entidades tener un análisis concreto sobre la situación. La Federación Argentina de Graduados en Nutrición (Fagran) viene haciendo un monitoreo en todo el país, pero hay que saber que, por ejemplo, la aplicación de la ley es más lenta por fuera del AMBA, lo que no permite generar un correcto registro. Los especialistas en alimentación son optimistas al respecto: lo que es seguro es que la nueva ropa que llevan los productos al menos nos permite cuestionarnos qué queremos ingresar a nuestro cuerpo. ©

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