Hace 110 años, el 9 de abril de 1913, se fundó el partido de esteban echeverría. Desde hoy, y mes a mes, iremos repasando su historia y su patrimonio.
Desde sus primeras ediciones, la revista Metro ha tomado parte activa en la difusión de la historia urbana local y la preservación del patrimonio. Bajo esa premisa, en el año 2000 editó un anuario con la recopilación diferentes capítulos sobre edificios históricos y viejas casonas que habían sido publicados en la sección de historia urbana de la revista. Y años mas tarde, en 2013, editamos El libro de los 100 años de Esteban Echeverría, que abarca desde los orígenes, cuando estas tierras eran habitadas por los querandíes, y recorre la época colonial, la llegada de los escoceses, la fundación del pueblo de Monte Grande y la posterior creación del partido de Esteban Echeverría, haciendo un recorrido por la historia urbana hasta llegar a nuestros días.
Hoy revisitamos la historia de “María Paulina”
La casona construida en 1906 perteneció en sus orígenes a don Juan Christian Luis Schenzer, un vecino de esta cuidad que quiso imprimir en su nueva propiedad el estilo de las mansiones del barrio de Belgrano. El proyecto fue encargado a Siro Petracini (el mismo que construyó la torre de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Monte Grande) y la casa fue bautizada María Paulina, en honor a la esposa de Schenzer.
Don Juan Cristian Luis Schenzer fue un antiguo vecino de origen uruguayo, nacido el 20 de junio de 1878 en Fray Bentos, departamento de Río Negro, radicado en nuestro país a fines del siglo pasado y cuya ciudadanía más tarde adoptó. Se sabe que completó sus estudios en Alemania, enamorándose en ese país de María Paulina Schoopp, por aquel entonces jovencita de quince años. Finalizadas sus obligaciones en Europa, la pareja regresó a la Argentina para radicarse en el barrio capitalino de la Boca.
Don Siro Petracini y María Paulina recorrían el barrio de Belgrano en el tranvía Nº38, para observar el estilo de las casas y tomar de ellas los detalles y características para la futura mansión.
Se cuenta que Don Siro Petracini y María Paulina recorrían el barrio de Belgrano en el tranvía Nº38, para observar el estilo de las cosas y tomar de ellas los detalles y características más apropiadas y sobresalientes, asunto que le permitió al constructor anotar los aspectos novedosos y de buen gusto, como así también todo lo referente a comodidades, comenzando la obra a partir del año 1905, a entero deseo del matrimonio.
Años más tarde, la propiedad pasó a manos del agrimensor Carlos G. Azcueta, de origen vasco. Fue él quién colocó el escudo de armas correspondiente al país vasco que supo flanquear la puerta de entrada a la casona.
Durante muchos años, “María Paulina” fue una casona residencial, destinada a vivienda unifamiliar. Hasta que en la década del ochenta se instaló allí Guadalest, una de las primeras vinotecas que tuvo Monte Grande.
Con el paso del tiempo, la mansión pasó por diversos emprendimientos que, con mayor o menor transcendencia, siempre estuvieron relacionados con la gastronomía y el tiempo libre.
En el año 2009 la antigua casona fue completamente restaurada para albergar a “De Rocha”, un resto-bar con propuestas culturales y gastronomía de alto nivel. El lugar fue reciclado respetando los materiales y el estilo originales de la casa de principios del siglo pasado. Pero la propiedad no encierra solo el encanto del pasado: aseguran los habitúes que por la casona suele aparecer el fantasma de Paulina, su primera dueña. Dicen que quiso tanto a su hogar, que no quiere despedirse y se pasea orgullosa por las antiguas dependencias. Fue en honor a ella, que los dueños del resto-bar bautizaron como “Paulina de Rocha” al espacio cultural.
Algunos visitantes del bar “de rocha” aseguraban que por la casona solía aparecer el fantasma de Paulina, su primera dueña.
En febrero de 2021, pandemia mediante, el boliche “De Rocha” cerró sus puertas, y la mansión y su fantasma quedaron en espera de nuevos habitantes. Aunque nadie se imaginaba lo que sucedería meses más tarde. Una fría mañana de agosto, el antiguo caserón, y sus 115 años de historia, quedaron reducidos a a escombros. Fue demolida a pesar de la advertencia previa de vecinos e historiadores locales, de una infracción aplicada por el Municipio de Esteban Echeverría y de la clausura posterior de la obra precisamente por haber puesto en marcha la demolición tras el acta labrada que lo desautorizaba.
¿Qué habrá sido de Paulina al ver destruido su mansión, su hogar, sus sueños y su recuerdo? ©
TXT I Fotos: GEM