En el trabajo de autoconocimiento personal, es de suma importancia tener en cuenta nuestra producción onírica, es decir lo que pensamos mientras dormimos.
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Es verdad que lo que recordamos al despertar, de lo que hemos soñado durante el dormir, muchas veces nos resulta extraño, incomprensible y enigmático. Esto sucede porque, como lo teorizó Sigmund Freud, el brillante padre del psicoanálisis, la lógica que organiza el contenido del sueño no es igual a la que organiza nuestro pensamiento durante la vigilia. El desplazamiento y la condensación generan un contenido onírico simbolizado, que puede ser descodificado, y aportar información sobre nosotros mismos, que se mantiene en el inconsciente pero que indudablemente condiciona de manera sutil y a veces no tan sutil, nuestra personalidad.
Para Freud, el sueño era la vía regia de acceso al inconsciente, el cual si lo podemos trabajar y ‘traducir’ nos aporta gran información sobre nuestros secretos del pasado, de nuestra más temprana infancia, los que muchas veces creemos completamente perdidos.
Obviamente no es solo del pasado que tratan nuestros sueños: temas o problemas actuales aparecen mezclados y combinados en sueños singulares. Muchas veces, cuanto más extraño o sin sentido es el sueño, interpretado en el espacio adecuado, expresa grandes verdades del que lo soñó.
En muchas culturas distintas a la nuestra, se le asignó gran valor premonitorio a los sueños. Lo cierto es que nuestros sueños dicen mucho de nosotros mismos, muchas veces utilizando símbolos propios de la cultura, y muchas otras veces elaborando señales originales.
Existe una clasificación analítica de los sueños: están los de cumplimiento de deseo, donde se concreta durante el dormir un deseo que uno reconoce como propio. También puede suceder que uno en la vida despierta no lo reconozca como deseo, eso sucede cuando tenemos un deseo reprimido, porque por alguna razón no se acomoda a nuestra moral consciente.
También están los sueños que se repiten, que tratan sobre un suceso traumático, donde el durmiente se vuelve a ‘encontrar’ en una escena difícil y cargada de afecto, por ejemplo, con un familiar amado, fallecido recientemente. Estos sueños, según el caso, tienen como elemento motor el deseo de volver a ver al familiar fallecido, pero también son un intento de elaboración de la pérdida. Esto es así especialmente, cuando la persona comienza a soñar con escenas de despedida de ese familiar, donde lo ve e interactúa, pero va asumiendo que se trata de una despedida.
Hay sueños típicos, por ejemplo aquellos donde el soñante pierde los dientes, o quiere gritar y no le sale la voz, o necesita escapar de una situación temible y no puede correr. En general esta clase de sueños (sueños de castración) revelan que la persona se encuentra atravesando una situación vital donde se siente desbordado por las exigencias, inseguro y sobrecargado, dudando de sus recursos para enfrentar los problemas.
Hay sueños que tienen una interpretación general, pero no olvidemos que cada uno de nosotros tiene una personalidad diferente, formada por historias particulares con recursos originales. Es por esto que el mejor lugar para ir analizando artesanalmente nuestros sueños es en el espacio de psicoterapia. El desafío es nuestro. ©