Tengo un problema: me enamoré

Las causas por las que una persona se enamora de otra suelen ser misteriosas. Podemos encontrar algunos patrones en la elección de pareja que se repiten, pero en general se trata de asuntos que no se esclarecen con facilidad.

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Cuando nos enamoramos, sentimos que la admiración y la aceptación es general, que todo del otro u otra nos gusta y que algo muy especial está pasando en ese momento en nuestras vidas. Siempre hay en la otra parte características proyectadas de nuestros propios anhelos, distintas compensaciones a afectos o atenciones que nos faltaron de niños o intentos de reparar con esa relación situaciones traumáticas de otros tiempos. Es frecuente en el espacio terapéutico oír a un paciente decir que eligió a su compañera porque era divertida y despreocupada, todo lo contrario a las mujeres de su familia que eran serias y estrictas. O a una paciente decir que lo que más le gustó en su momento de su novio que era ordenado y controlado con el dinero, todo lo contrario al padre de ella que nunca sabía cuánto dinero se gastaba y que siempre le cortaban la luz o el gas por falta de pago , cosa que a ella le generaba profunda sensación de desamparo.


Si hay coincidencia y se arma una pareja, suele suceder que por un tiempo prolongado, sentimos tanta alegría por lo que estamos viviendo y tanto miedo a perder ese vínculo que aceptamos o acomodamos todo aquello que nos genera dificultad y tratamos de adaptarnos a la otra parte para que no haya dudas de que nuestra pareja es armoniosa. Pero la realidad es que en mayor o menor medida siempre hay diferencias, discrepancias y temas del comportamiento o del pensamiento de la otra parte nos resultan extraños y muchas veces desagradables. Es en esta circunstancia que empieza el trabajo más arduo.
Quiere decir que inicialmente hay mucha ficción entre aquellos dos que pretenden armar un vínculo, porque hay ilusiones proyectadas, anhelos infantiles y deseos que muchas veces, al no conocernos en profundidad , no tenemos claro lo que en verdad representan. O sea que finalmente, pasados los primeros meses de entusiasmo ciego, de excitante alegría, surgen los roces y las dificultades, la falta de coincidencia.
Aparece el gran desafío: poder comunicarse, respetarse y ejercitar la paciencia, porque si la otra persona nos sigue interesando una vez pasado ese tiempo de glamour, para seguir debemos realmente construir un espacio en verdad interesante.Es el espacio para la negociación donde los acuerdos consoliden la pareja y nos potencien para crecer. No es recomendable la sobre adaptación, es decir que alguno de los dos se sacrifique a la modalidad del otro, porque en algún momento surge de esa situación una crisis, muchas veces muy compleja.
Estar mejor es posible, y los espacios de psicoterapia son una oportunidad para encontrar caminos más saludables en la difícil tarea de convivir. ©

 

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