El Louvre es el Museo por antonomasia, el más visitado del mundo, uno de los más extensos y el que posee las obras más interesantes en opinión de muchos, entre ellas La Mona Lisa.
Actualmente promueve dos subsedes, en Lens (Francia) y en Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos).
El museo nacional de Francia es uno de los más importantes del mundo y alberga obras de arte que cualquier visitante desea ver. Está ubicado en París, en el antiguo palacio real de Louvre y cuenta con innumerables colecciones pertenecientes a la historia de varios siglos. Su apertura significó el traspaso de las colecciones privadas de las clases dirigentes a galerías de propiedad pública para que las disfrute el conjunto de la sociedad.
Al escuchar el nombre “Museo de Louvre” se piensa en las mejores colecciones de arte del mundo. Pero este lugar no es sólo eso, el edificio que lo alberga ha tenido una dilatada e interesante historia. Desde el siglo XIII y hasta llegar a lo que es hoy, pasó por sucesivas remodelaciones que lo convirtieron en la construcción imponente que es en la actualidad.
Cada año el Louvre rompe records en visitas, albergando incluso a más de 10.8 millones en sólo un año. La razón de
tanta popularidad se debe, además de su acervo con obras históricas como La Gioconda de Leonardo Da Vinci o la Venus de Milo de Alejandro de Antoquia, a su polémica arquitectura.
Cada año el Museo del Louvre rompe records en visitas, llegando a albergar incluso a más de 10.8 millones en sólo un año.
LA FORTALEZA
En 1204 el Rey Phillipe Auguste, perteneciente a la dinastía de los Capetos, comenzó la edificación del Louvre. Lo ideó como una fortaleza cercana a las murallas, que por aquel entonces delimitaban el París de la época. El origen del nombre posiblemente se deba a que en ese mismo lugar se daban cita cazadores de lobo, que en francés antiguo se denomina “louveterie”.
La primera edificación fue de carácter militar con una gran torre en medio de la plaza rodeada de agua. La torre era el eje central de la construcción y en ella se guardaba el tesoro del reino y también había una prisión.
En esa primera etapa, el edificio no fue utilizado como residencia real. Siglos más tarde se convertiría en el espacio de la realeza.
La primera edificación fue de carácter militar con una gran torre en medio de la plaza rodeada de agua. En la torre se guardaba el tesoro del reino y también había una prisión.
SEDE REAL
En el siglo XIV, París era la ciudad más poblada de Europa y debido a ello se necesitaba realizar una ampliación de las murallas quedando la fortaleza del Louvre dentro de las mismas.
El rey Carlos V fue quien cambio el carácter militar de la fortaleza y, aunque lo convirtió en un palacio, no hizo de él su residencia. Lo que hizo fue ampliar con dos edificios y elevó los torreones, además en el patio construyó una gran escalera adornada con estatuas de la familia real. Pero lo más importante en esta renovación fue la creación de la “Librarie du
Roi”, una biblioteca real compuesta de cientos de manuscritos.
Por mucho tiempo, el Palacio no atrajo a ningún monarca para residir en él, hasta la llegada de Francisco I, quien decide hacer de París el sitio para establecer su corte. En aquel entonces, el edificio pierde cualquier vestigio de su carácter militar y se compone de reformas con impronta renacentista.
En 1527, el arquitecto Pierre Lescot comenzó la construcción del nuevo Palacio de Louvre, que constó de grandes ventanales, puertas más grandes y una nueva ala oeste. Esta nueva ala termina de realizarse durante el reinado de Enrique II, junto con “La salle des caryatides”.
Además, en ese mismo siglo, Catalina de Médicis comienza a construir las Tullerias enfrente del Louvre, previniendo una
futura unión entre ambos edificios por medio de una galería.
RENOVACIÓN DEL XVI: DE PALACIO A MUSEO
La creación de los pabellones de L’Horloge y Sully genera la ampliación del ala renacentista. Con la colaboración del arquitecto LeVau se terminan de derribar los últimos edificios medievales que rodeaban la Cour Carrée. De esta forma, se comienza a darle un estilo más clasicista al complejo, por ejemplo con decoración de la mitología griega o romana.
Durante el reinado de Luis XIV se realiza la Galería de Apolo, con el ciclo iconográfico donde se intenta representar el poder de dicho monarca comparándolo con el dios Apolo.
Dicha obra sirvió para ejemplificar lo que sería la creación de la Sala de los Espejos de Versailles. Luego de esto, los dos monarcas siguientes abandonan el Louvre como residencia y se instalan en Versailles. A finales de ese siglo se produce la Revolución Francesa, un evento que marca la futura caída de la monarquía y, en ese momento, los edificios monárquicos comienzan a ser usados con otros fines.
En 1793, luego de la Revolución, el edificio es abierto por primera vez como la Grande Galerie du Louvre, dedicada a “la conservación, la educación y la transmisión del patrimonio a las generaciones futuras”.
EL LOUVRE ACTUAL
A lo largo del s. XX, se producen ampliaciones del museo para que entren más obras de arte, pero el proyecto definitivo llega de la mano del presidente francés Mitterrand que realiza la reconstrucción conocida como “Grand Louvre”, en 1981.
El proyecto consto de la reorganización del museo, convirtiendo la Cour Napoléon en centro de entrada de visitantes y eje de unión entre las diferentes alas del museo. El encargado de llevar adelante el proyecto fue el arquitecto Ieoh Ming Pei.
Para la entrada al museo Ming Pei concibió una gran pirámide de cristal e incluyó otra pirámide invertida cercana a nivel subterráneo sobre el centro comercial del Carrousel, en el que se pueden encontrar tiendas y restaurantes, teniendo acceso desde el mismo museo. Estas pirámides funcionan a modo de tragaluz, aportando luminosidad a los niveles inferiores por los que se accede al edificio y evitan las colas de los visitantes.
La Pirámide del Louvre se ha convertido, más allá de las críticas, en un elemento turístico emblemático de París.
El Louvre es un gran ejemplo de edificio que se ha sabido adaptar a las épocas y al tiempo. ©
