Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1992, el centro histórico de Praga ostenta exquisitos palacios, templos y torres. La Capital de la República Checa es una de las locaciones preferida por los cineastas de todo el mundo.

Capital de la República Checa, Praga no sólo es uno de los destinos turísticos más populares del mundo, sino también una de las locaciones predilectas de los cineastas, pues la ciudad ofrece un sinfín de exteriores e interiores atractivos, estudios cinematográficos y servicios de profesionales con experiencia. Iglesias y sótanos románicos, palacios y jardines barrocos, templos góticos y edificios chic modernistas se suman a su excepcional arquitectura cubista para hacer de la ciudad un lugar sin parangón. Con una superficie de 866 hectáreas, el centro histórico de Praga fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1992.
El viajero llega a la metrópolis checa, también apodada “Ciudad de las Cien Torres”, seducido por su historia y su belleza arquitectónica. Por la noche, un inolvidable recorrido -por el mismo camino que atravesaban los reyes tras su coronación en la Catedral de San Vito en la edad media- le ofrece las vistas más hermosas de la ciudad iluminada. La postal nocturna de Praga captura el corazón del viajero a primera vista.
Al día siguiente, el centro histórico le ofrece una bella vista de la Plaza de la Ciudad Vieja, testigo de numerosos y cruciales acontecimientos. Allí se ubica el Ayuntamiento, poseedor de uno de los monumentos más emblemáticos de Praga: el reloj astronómico. El edificio fue levantado en 1338 como sede del gobierno autónomo de la Ciudad Vieja.

Praga es cuna de varios renombrados escritores. Entre otros destacan
Jan Neruda, Rainer Maria Rilke, Franz Kafka, Vladimír Holan,
Bohumil Hrabal y Milan Kundera.

La parte más antigua del complejo, de estilo gótico, está formada por la fantástica torre con su capilla abovedada y el impresionante reloj astronómico del siglo XV, en el cual, cuando da las horas -entre las 9 y las 23-, aparecen los 12 apóstoles. El ala este del ayuntamiento, de estilo neogótico, fue destruida con motivo del levantamiento praguense el 8 de mayo de 1945 y nunca volvió a reconstruirse. Luego de visitar las salas históricas, la torre y los sótanos del Ayuntamiento, el viajero recorre la Iglesia de Nuestra Señora enfrente de Týn, una de las construcciones sacras en estilo gótico más impresionantes de Praga, que data de mediados del siglo XIV y principios del XVI.


Por la tarde, visita Clementinum, uno de los mayores edificios de toda Europa. Construido entre mediados del siglo XVI y mediados del XVIII como colegio jesuita, el complejo cuenta con varios atractivos, como la Torre Astronómica, con sus bellas vistas sobre la Ciudad Vieja, la Capilla de los Espejos y la Biblioteca Barroca, con su maravillosa ornamentación mural y sus antiguos globos terráqueos. Luego, se dirige al Puente de Carlos, el más antiguo y famoso de los puentes praguenses. Su construcción comenzó en 1357, bajo la tutela de Carlos IV, y se terminó en 1402. La construcción cuenta con 30 esculturas de santos, colocadas entre 1683 y 1928, y atraviesa el río Maldova, de la Ciudad Vieja a la Ciudad Pequeña.

En 1918, como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, se fundó Checoslovaquia, y el nuevo presidente de la república Tomáš Masaryk hizo de Praga la capital del Estado checo. Entre 1939 y 1945 fue ocupada por Hitler.

Con una longitud de 516 metros y una anchura es de casi 10 metros, el puente se apoya sobre 16 arcos y está protegido por tres torres distribuidas entre sus dos cabeceras. Desde la parte de la Ciudad Vieja, la entrada al puente es franqueada por la puerta gótica más bella de Europa, construida antes de 1380.
Un conmovedor atardecer le regala una bella postal de la ciudad y una singular vista del puente y sus 30 esculturas de santos, colocadas entre 1683 y 1928. Bajo la luz del sol Praga posee el encanto de su esencia medieval, pero cuando las primeras estrellas asoman en el cielo cobra un atractivo de ensueño.


Al día siguiente, el viajero visita el Castillo de Praga, una de las ciudadelas más grandes de todo el mundo y símbolo del estado checo desde hace más de mil años. Construido en el siglo IX, el complejo integrado por palacios, edificaciones eclesiásticas, jardines y pintorescos rincones, fue la morada de los soberanos checos desde su fundación. Entre los principales atractivos del Castillo de Praga, el viajero recorre la Catedral de San Vito, San Wenceslao y San Adalberto, símbolo espiritual del estado checo; el Antiguo Palacio Real -sede de los reyes checos hasta el siglo XVI-, en cuyo interior se destaca la Sala Gótica de Vladislav, el espacio arquitectónico laico más grande de toda la Praga medieval, con su curiosa bóveda estrellada; y el Callejón Dorado, formado por humildes casas de colores, que surgieron en los arcos de la fortificación del castillo a fines del siglo XVI y siguieron habitándose hasta la Segunda Guerra Mundial.
También disfruta de los jardines del Castillo, los más famosos de la ciudad. En la parte norte se encuentra el Jardín Real, con la original casa de verano de la reina Ana, la fuente cantante, el Patio de Leones y la Sala del Juego de la Pelota, mientras que en la parte sur se ubican los jardines “Rajská zahrada” y “Na Valech”. Allí, el tiempo transcurre de un modo diferente para el viajero, que se despide de Praga con una de sus fabulosas vistas, esas que encantan los 365 días del año. ©

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